miércoles, 23 de enero de 2013

Cronicas de un partido



“…SE HA PERDIDO UNA BATALLA, PERO NO LA GUERRA”
¿Los Barrios?. ¡Si, esta semana es contra Los Barrios¡- me contestaba mi padre con cara de circunstancia. El sentimiento era de responsabilidad y preocupación. Ellos habían empatado esta semana y estaban igualados con nosotros. Eso hacía de este partido un paso muy importante para la gloria, algo así como un partido de “champion”.
Cuando llegamos al entrenamiento del jueves vemos la cara de J. Carlos y León y sabemos que hoy iba a ser un entrenamiento especial. Desde el primer momento, la motivación sobrevolaba todos nuestros ejercicios, las jugadas de estrategias, los marcajes, las faltas…y ese partido que jugamos entre nosotros, si parecía que nos iba la vida en cada jugada. Se respiraba presión, tensión, concentración….Estaba claro, este partido va a ser distinto. ¡Vaya como os habéis empleado en el entrenamiento¡-decía mi padre. Sabíamos que como no fuese así, no ganaríamos.
La 1, ese jugador sin marca, abre a las bandas, no hagáis faltas en nuestro campo… Estas frases se repetían en mi cabeza una y otra vez, sin que lo quisiera. De entrada, el mensaje está grabado, pero es la actitud la que nos hace ser grandes y cumplir con todas estas premisas.
Es viernes y quedan muy pocas horas. A veces me hablan y no escucho. A veces oigo y no me hablan. Son esos síntomas que me avisan de que se aproxima el momento.
El partido es en Los Barrios, un campo algo más pequeño de lo que habitualmente jugamos. En los vestuarios los entrenadores nos meten en vena una buena dosis de motivación; no nos debe pasar lo de los últimos partidos, esos comienzos algo titubeantes y fríos. Nos miramos buscando complicidad y así hacernos más fuertes. Cuando alguno de nosotros nos hace una broma nos sale una sonrisa nerviosa. Veo a J. Carlos también nervioso y mirándonos uno a uno como si no quisiese olvidársele algo importante. ¡Venga, salimos al campo¡ nos dice y de repente se me acelera la sangre. No recuerdo el trayecto desde el vestuario al campo, pero sí de cuando ya estaba en él. Parecía un césped distinto. Miraba a mis contrincantes y los veía gigantes. ¡Claro, son benjamines de segundo año¡. ¡Bueno, eso no tiene nada que ver¡-me consolaba yo mismo.
Oía al entrenador de ellos decir, ¡mirad eso es un equipo, concentrados y trabajando, a ver si aprendéis¡. La verdad, no lo esperaba y me sentí más grande, casi tanto como ellos.
Al fondo vi aparecer al árbitro y sabía que la suerte estaba echada y sólo tocaba luchar.
De salida, Fernando, Álvaro, José Manuel, Jorge, Rubén, Juan Antonio, Víctor y Javi. Progresivamente, salieron a lo largo de la primera parte Francisco, Nicolás, Jorge R. y Carlos.
Pronto Los Barrios muestra su juego, basado en la fuerza, el saque del portero, el bote y a esperar el fallo del contrario para que su punta se escape y marque. En el comienzo, el equipo se muestra titubeante, favoreciendo el juego de ellos. Nada más empezar ellos dan en el palo y dan el primer aviso. En uno de esos contragolpes, marcan el 1 a 0. Se presagiaba. Seguíamos cometiendo novatadas y en otra jugada desafortunada ellos meten el 2 a 0. Sabíamos que esto no debía seguir así y , además, ellos tampoco eran gran cosa, eso sí tenían a gente muy alta en la portería y en defensa.
En una jugada personal Víctor de falta le pega duro y bate por alto al portero en un exceso de confianza, ¡pensaría que no iba a poder tirar tan fuerte¡. Es el 2 a 1. Poco después, de nuevo Víctor se va de su marcador, se escora y cruza con dureza la pelota, metiendo un gran gol. Es el 2 a 2. ¡Qué partidazo¡¡Qué emoción¡. Habíamos resurgido de las cenizas y en una jugada de rechaces, Rubén dispara y mete el 2 a 3. ¡Qué pasada, hemos remontado el partido¡. Miraba a nuestra afición y los veía chillar y dar ánimos. Pero cuando éramos ya felices, ellos de nuevo nos ponen las cosas difíciles y nos igualan, 3 a 3.
Acaba la primera parte y J. Carlos y León nos reúnen y corrigen nuestros errores e intentan volvernos a meter en el partido. La verdad que está siendo el más duro, pero creo que por nosotros mismos más que por los aciertos de ellos.
En el segundo tiempo, empezamos de nuevo como comenzamos y pronto se ponen por delante con un 4 a 3. En una jugada embarullada, Javi marca tras quedarse una pelota muerta en la línea de gol con el portero batido. Volvemos a crecernos y las jugadas se suceden en un lado y otro, ellos con los saques lagos de su portero y nosotros intentando llegar con pases, aunque no tan precisos como en otras ocasiones. La sensación es que no nos sale lo que sabemos hacer de sobra. La ilusión vuelve cuando Víctor, una vez más, mete su tercer gol y todo parecía presagiar lo mejor. Pero aún quedaban unos 5 minutos y todo podía pasar.
Desgraciadamente pasó. Ellos nos marcan rápidamente y cuando todos firmábamos el empate, en el último suspiro nos meten el 6 a 5. ¡Dios santo¡¡No puede ser¡¡Qué injusto¡, pensábamos, pero la verdad es que nos habíamos contagiado de su juego, nos habíamos engarrotado mucho y no desarrollamos nuestro juego y lo que habíamos aprendido en los entrenamientos. ¡Pero si no son tan buenos¡¡A estos les ganamos allí¡, decíamos algunos, intentando consolarnos.
Cuando vi la cara de nuestros entrenadores comprendimos que no había excusas que el resultado era consecuencia de lo que habíamos hecho. Sabíamos que no era por no haber luchado, pues nos dejamos la piel en el campo sino de no haber tenido la atención suficiente y no haber seguido las directrices ensayadas.
Nuestros familiares nos aplaudían con entusiasmos para animarnos y mitigar nuestro descontento. Todos seguíamos a J. Carlos hacia el vestuario sin decir ni media palabra y el camino se me hizo eterno. Era nuestra primera derrota, pero vaya derrota.
Ya en el vestuario nuestros entrenadores analizaron cada una de las jugadas que fueron claves para el desenlace y aunque sonaban duras comprendíamos que debíamos escucharlas para no volverlas a cometer. Fue la vez que más tardamos en salir y empezamos a comprender la dimensión que puede alcanzar el futbol en lo emocional.
Ya de vuelta a casa, sólo escuchábamos aplausos y palabras de ánimo de nuestra familia, pero le dábamos su justa interpretación. Me quedo con una frase que escuche una vez a un entrenador al perder un partido de liga: “Hemos perdido una batalla pero no la guerra”, Seguramente no sería suya, pero es lo que nos debe hacer seguir hacia delante con más trabajo y efectividad. En el coche, llegó un momento que mirando por la ventanilla mis oídos no escuchaban nada de lo que me decían y en mi mente sólo se dibujaban escenas, esta vez no tan gratas, del partido y un mensaje que me martilleaba ¡No nos puede volver a pasar esto¡.
Posiblemente, alguna vez vuelva a ocurrir, pero como escuché hace poco a otro entrenador “si me caigo 7 veces, me levanto 8”.
¡Qué hay de cenar hoy, mamá¡…
Firmado:
Cualquiera de nosotros